jueves, 16 de julio de 2020

Y ¿Qué decimos de Jesús?



Jesús desea saber lo que piensas de él: «Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”... Pedro contestó: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo”» (cf Mt 16,13-16).

Si realmente Jesús te preguntara como a los discípulos: ¿quién soy yo para ti?, ¿qué le responderías? Hoy abiertamente Jesús sí quiere saber lo que piensas. Pedro lo definió como Mesías, como liberador, como hijo de un Dios vivo. Tú, ¿cómo lo defines? Cuando es el centro de tu vida, cuando es la razón de tu existir, cuando es la fuerza de tu camino saldrán de tu corazón las mejores y más bellas palabras que puedes dirigirle con el inmenso amor que te envuelve. Es el momento de darte cuenta de que en la sociedad en la que vives Jesús dice poco para muchas personas y no se siente ni reconocido, ni querido, por esto estas palabras de Jesús tienen que resonar fuertemente en tu corazón.

Confiesa con amor el cariño que le debes al Señor. Pídele perdón por las veces y por las situaciones en las que él no es tu Señor y no le dejas que dirija y guíe tu existir: Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin ti. Tú eres el verdadero amor de mi vida. Tú eres la única razón de mi existir. Que nunca pierda el norte de mi vida, que eres tú, y que mi corazón se abra a tu amor siempre llenando de cariño los días de mi vida. Dadme esta gracia, Señor y Madre mía.

miércoles, 15 de julio de 2020

Todos somos hermanos



Aunque ya sabes esta afirmación, hoy conviene que la recuerdes con las mismas palabras de Jesús: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos sois hermanos» (cf Mt 23,8).

Si piensas en las palabras que Jesús te dice hoy, te darás cuenta de qué razón tiene cuando te dice que nadie es maestro de nadie y que todos somos hermanos. Todos tenemos un mismo Padre y todas las personas son tus hermanos. No puedes tener en tu interior nada que perjudique cualquier relación o que rompa el hilo del amor.

Es el momento de no olvidarte de nadie que esté a tu lado, de que cuides al más necesitado, de que protejas al más sencillo y pobre. ¿Eres cauce de amor, de amistad y de unión con los tuyos? ¿Acudes a tu Padre Dios como verdadero Padre que te cuida y que hace que todos los hombres sean hermanos para ti?

Da gracias a Jesús, que es tu hermano mayor que te enseña a vivir la unidad entre todas las personas. Pídele la verdadera amistad de fraternidad: Gracias, Jesús, por enseñarme el valor de la fraternidad. Gracias por ayudarme a vivirla con tanto amor. Gracias por ser mi hermano que me enseña el camino de ser verdadero hijo y verdadero hermano. Que aprenda a querer y a cuidar a las personas que son mis verdaderos hermanos e hijos tuyos. Gracias, Señor.

martes, 14 de julio de 2020

Es necesario orar siempre



Hoy Jesús quiere que comprendas que necesitas orar siempre, pero sin desanimarte. Él te lo dice con todo cariño: «Es necesario orar siempre sin desfallecer» (cf Lc 18,1).

La oración permanente te es muy necesaria siempre. Jesús te da esta gran lección para que la acojas y la lleves muy profunda en tu corazón. Debes orar siempre que te veas necesitado de ayuda y de consuelo. Siempre que te veas como tierra reseca y sin ningún resorte interior, siempre que te encuentres lleno de necesidades personales.

Y no solo en estas ocasiones. También como respuesta a los regalos gratuitos que Dios te da continuamente sin darte cuenta, como agradecimiento a lo que se te brinda día a día, como alabanza a su bondad, como perdón ante el amor desagradecido que le das, como respuesta a tu vida.

Piensa que el que ora con humildad y necesidad recibe muy pronto el regalo de Dios. San Pablo le dice a su comunidad de tesalonicenses que «oren sin cesar». Este es el consejo que Dios te da hoy: ser perseverante en tu oración.

Pídele al Señor seguir el consejo que te da hoy: Señor, que sea constante en mi oración y perseverante en mi trato contigo. Que sepa elevar mi oración con fidelidad en todos los momentos de mis días, sabiendo que tú eres el centro de mi vida. Que aprenda a ser siempre perseverante y fiel.

lunes, 13 de julio de 2020

Perder la vida por el Señor



Una de las afirmaciones poco entendidas de Jesús es esta: «El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará» (cf Lc 17,33).

Jesús está contestando a los fariseos que continuamente le hacen preguntas de todo tipo y les aclara cómo es el camino verdadero para seguirle, que no es un camino fácil y cómodo, y menos dado a toda clase de caprichos y comodidades.

Estas palabras también están dedicadas a ti y te aclaran muchas situaciones de tu vida actual. No hay más que dos caminos: o aceptar y seguir a Jesús, o rechazarlo y negarlo siguiendo nuestras formas de pensar y actuar; y él bien firme te dice que elijas.

Tienes el camino a elegir: seguir un camino de más cuidado de ti, de más exigencia de valores no terrenos que te llevan a la muerte, de dar el máximo cuidado a tu cuerpo y exigencias que bien sabes que te generan muchas insatisfacciones; o elegir el camino de Jesús, que es la exigencia en el amor, la exigencia en tu vida de gracia y de frecuencia de sacramentos.

¿Cómo es tu vida? ¿Qué camino eliges para llevar una vida verdadera? Sé diligente en elegir el verdadero camino que te lleva a la vida feliz donde Dios es el fin y la exigencia de tu vivir. Pídele al Señor esta gracia: Señor, hoy quiero darme profunda cuenta de que tengo siempre que elegir la verdadera vida que me lleva hacia ti. Que no me deje llevar por mis formas de concebir la vida que tú me das. Dame la gracia para ser fuerte en mi camino. Madre de la entrega, ayúdame en mi debilidad.

domingo, 12 de julio de 2020

¿Dónde está el Reino de Dios?



Muchas veces te preguntarás, como los fariseos le preguntaron a Jesús: «“¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?”. Él les contestó: “El reino de Dios no viene aparatosamente. El reino de Dios está en medio de vosotros”» (cf Lc 17,20-21).

Ya has oído la respuesta de Jesús. Dios habita en ti y aquí tiene su dominio y aquí es donde reina. No está aquí o allá, sino dentro de ti. Si lo pensaras te llenarías de alegría y de exigencia para ser consciente del Dios que habita en ti. Claramente Jesús te dice que este Reino no está entre nosotros, sino dentro de ti.

Recibe este mensaje como una llamada a interiorizar tu vida, a vivir dentro de la casa de tu interior, en la que habita el Señor para estar contigo.

No te olvides de que tienes inmerso en tu ser a un Dios que te ama locamente y con la vivencia que hagas de su vida tienes que instaurarlo en los demás, en tu trabajo, en tu forma de vida y en todos los que te rodean. ¿Cómo? Con tus obras, con tu ejemplo. Te toca actuar. Todo depende de ti.

Sé feliz sabiendo que Dios está en ti, vive en ti y necesita que le des a conocer en todo el mundo: Dame, Señor, la sabiduría para comprender que tú estás en mí y que marcas el ritmo de mi vida. Tu Reino es vida. Tu Reino es fuerza. Tu Reino es amor y ya está en mi corazón. Gracias, Señor, por estar en mí. Que te dé a conocer para que todos entren a formar parte de tu reino de amor.

sábado, 11 de julio de 2020

Así es la bondad de Jesús



Observa hoy con atención cómo es el corazón de Dios: «Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”» (cf Lc 15,1-2).

Así es la bondad y misericordia de Jesús; y manifiesta tanto este amor que todos los publicanos y pecadores quieren estar con él. No ven en él nada de rechazo, no le juzgan, no le critican; al contrario, quieren estar a su lado para que les ayude a liberarse de sus males materiales y espirituales.

Pero observa que la atracción de Jesús son los pobres, los que son rechazados por la sociedad, los limitados, los menesterosos. Estos son los que poseerán el reino de Dios. Para ser amigo de Jesús, para estar y sentir sus encuentros tienes que acercarte con la humildad de un pecador necesitado.

Acude a él con toda sencillez, con toda confianza, con toda necesidad de salud y de vida. Acude sin miedo, sabiendo que él es la fuente de todas las gracias y de todas las virtudes. Acude con amor, sabiendo que a él le agrada que estés con él para que aprendas a caminar a su lado y a sentir, a hablar y a experimentar los sentimientos tan profundos de su corazón. No dudes.

Señor, me siento necesitado de ti. Me siento pecador. Gracias por compartir tu mesa conmigo. Gracias por acogerme y quererme con tanta bondad y misericordia. Gracias, Señor. No dudaré en estar siempre a tu lado.

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