PARTICIPAR DE LA SANTA MISA
El Primer Mandamiento de la
Iglesia es Oír Misa entera los Domingos y fiestas de precepto. Participar
es “hacer parte de algo”, “meter mano en”, “ayudar a”. Participar en Misa es
entonces, hacer parte de la celebración de manera activa. El sacerdote preside
la Misa, es decir, su presencia es necesaria para la celebración. Pero nosotros,
como pueblo de Dios, celebramos la Misa junto con el Sacerdote celebrante;
también somos necesarios. Valga decir de una buena vez que no venimos a
escuchar Misa, ni a estar en Misa; venimos a celebrar la Misa. Y, ¿de
qué manera la celebramos?
Con
nuestro corazón: celebramos poniendo nuestras intenciones y nuestra
atención en el Misterio que se celebra y se renueva para renovar nuestras
vidas.
Con nuestros oídos: escuchamos la Palabra de Dios y
las palabras del Sacerdote que nos invitan en cada momento a contemplar y
alabar a Dios. Escuchamos el canto y nos unimos a él.
Con nuestra boca: El sacerdote muchas veces puede
sentir que preside la Misa solo, porque el pueblo no responde. Ejemplo: el
Sacerdote exclama “el Señor esté con ustedes” y solamente se escucha un
murmullo “y con tu Espíritu”; una voz entre dientes. Nuestra voz, debe
escucharse fuerte y viva; que el Templo retumbe cada vez que el pueblo abre su
boca para alabar a Dios orando y cantando.
Con nuestras manos: con nuestras manos trabajamos; damos
y recibimos. Con nuestras manos saludamos, ofrecemos nuestros dones a Dios.
Juntamos nuestras manos para orar en nuestra intimidad y las abrimos con los
brazos extendidos para orar como Iglesia a Dios Padre nuestro y Padre de todos.
Con nuestros ojos: Nuestros ojos contemplan las
maravillas de Dios. La Iglesia nos invita a celebrar con los mejores atuendos,
con la mayor perfección, limpieza y orden en cada objeto sagrado, porque es
para celebrar a Dios mismo. Para contemplar la belleza de Dios, nuestros ojos
deben dirigirse a la Mesa del Altar donde el Hijo de Dios se hace presente y se
parte para darnos vida.
Con nuestro cuerpo: el pueblo de Dios reunido en el
Templo para celebrar la Misa, debe participar de esta celebración, no solamente
ocupando un lugar en la banca del Templo. La Misa es una fiesta donde todos
disfrutamos del banquete. No es un lugar donde nos quedamos arrinconados viendo
simplemente como los demás disfrutan, cantando, comiendo y compartiendo la
alegría de Jesús Eucaristía. Y, ¿cómo participar? Hablemos de los servicios que
podemos realizar en la celebración:
-
La procesión de entrada: junto con el sacerdote, entramos
en procesión llevando en alto la cruz, los ciriales, las ofrendas del pan y el
vino.
-
Proclamando la Palabra: Leer la Palabra de Dios,
prestando mis labios para que Dios comunique con voz fuerte y clara su mensaje
de amor y salvación.
-
Haciendo la colecta económica: lo que llamamos “recoger la
limosna”.
- Ministro extraordinario de la
Eucaristía: ayudar al
sacerdote en la distribución de la sagrada comunión.
- Coro parroquial: animar las celebraciones con el
canto. Muy importante decir que el coro parroquial anima la Eucaristía, no está
presentando un espectáculo para que los asistentes escuchen y aplaudan. Todos
cantamos sin importar que nuestra voz no sea de cantante profesional. Nuestras
voces son para alabar a Dios
Una cordial invitación
a.
Vengamos preparados y dispuestos a participar en la eucaristía.
b.
Dediquemos por lo menos una hora de nuestro tiempo para formarnos
y servir de la mejor manera. Necesitamos servidores de la Palabra, cantores,
ministros de la Eucaristía, católicos dispuestos a embellecer cada celebración
con su “estoy listo” “estoy lista”, ¿cómo puedo servir?
c.
No critiquemos ni nos quejemos, diciendo: “La Misa es aburrida”,
“La Misa es larga”, “No se entiende lo que leen en Misa”. Digamos mejor, “La
Misa puede ser más provechosa para todos si yo participo poniendo al servicio
de todos, los dones que Dios me ha dado”. Hagamos de la Misa una verdadera
fiesta en honor a Jesucristo Rey y Salvador.
Animémonos a
participar, a hacer nuestras celebraciones más vivas, más llenas de amor, más
alegres con nuestras voces, con nuestras manos, con nuestras vidas.
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