Aunque ya sabes esta afirmación, hoy conviene que la recuerdes con las mismas palabras de Jesús: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos sois hermanos» (cf Mt 23,8).
Si piensas en las palabras que Jesús te dice hoy, te darás cuenta de qué razón tiene cuando te dice que nadie es maestro de nadie y que todos somos hermanos. Todos tenemos un mismo Padre y todas las personas son tus hermanos. No puedes tener en tu interior nada que perjudique cualquier relación o que rompa el hilo del amor.
Es el momento de no olvidarte de nadie que esté a tu lado, de que cuides al más necesitado, de que protejas al más sencillo y pobre. ¿Eres cauce de amor, de amistad y de unión con los tuyos? ¿Acudes a tu Padre Dios como verdadero Padre que te cuida y que hace que todos los hombres sean hermanos para ti?
Da gracias a Jesús, que es tu hermano mayor que te enseña a vivir la unidad entre todas las personas. Pídele la verdadera amistad de fraternidad: Gracias, Jesús, por enseñarme el valor de la fraternidad. Gracias por ayudarme a vivirla con tanto amor. Gracias por ser mi hermano que me enseña el camino de ser verdadero hijo y verdadero hermano. Que aprenda a querer y a cuidar a las personas que son mis verdaderos hermanos e hijos tuyos. Gracias, Señor.
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