domingo, 28 de junio de 2020

Dame cuenta de tu administración



Hoy no te vas a dejar de sorprender con el ejemplo del mayordomo infiel. Duro es oír: «¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir con la administración» (cf Lc 16,2).

A través del ejemplo de este mal administrador que malgastaba los bienes de su señor, puedes deducir que tu vida es como la que se le entrega al administrador y que, aunque es muy desagradable «rendir cuentas» de lo que has realizado o encomendado, así se nos pedirá. Tu vida no es tuya, es de Dios y te la ha dado para que sepas fructificarla al máximo. En cualquier momento te puede exigir que le rindas cuentas de cómo la has administrado.

¿Qué haces con la vida que Dios te da? Piensa hoy detenidamente en tu administración, en tus deseos, en tus proyectos, en tu vida personal, en tu proyección hacia los demás. No te encierres en ti mismo, porque la vida no es tuya. Es de Dios y Él es tu dueño. Debes estar preparado porque él bien te dice: «Estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada» (cf Mt 24,44).

Pídele al Señor ser un buen administrador: Señor Jesús, no quiero malgastar todos tus regalos. Que sea muy fiel y me preocupe de la vida que me ofreces. Madre de la fidelidad, ayúdame a ser como tú.

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