sábado, 27 de junio de 2020

La enorme misericordia y amor del Padre



No hay palabras para reflexionar sobre esta hermosa parábola, la llamada por excelencia la «gran parábola de la misericordia». No te pierdas ninguna de las actitudes del padre ante el dolor de ver a su querido hijo que derrocha toda su hacienda: «Un padre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre repartió sus bienes... Se marchó y allí derrochó su fortuna... Había gastado todo... Recapacitó y dijo: “Me levantaré, me pondré en camino y diré a mi padre: padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo”» (cf Lc 15,11-19). Esta puede ser tu historia; no estás a gusto y te vuelves miserable, no conoces la bondad de Dios y por esto te separas de Él.

Pero ahora no pierdas ningún gesto del padre: «Cuando estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió a besos... El padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela”... Y al hijo mayor: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo”» (cf Lc 15,20-31). Así es la misericordia de Dios, no castiga al pecador. Le perdona, no le echa en cara su ingratitud. Así tienes que actuar. ¿Eres así de misericordioso, como este buen padre? Lee despacio esta profunda parábola y háblale a tu buen Padre Dios: Gracias, Padre. Perdón por no ser un buen hijo contigo. Como el hijo pródigo vuelvo a ti y me llena de gozo verme acogido. Que sepa no malgastar la herencia de amor que me das. Gracias, Señor, por ser tan bueno conmigo, que haga yo lo mismo con los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada