PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
DOMINGO 13 DE AGOSTO – XIX DEL TIEMPO
RODINARIO – A
MONICIONES
ENTRADA:
Con
el deseo de celebrar la Eucaristía y de llenarnos de la Palabra de Dios,
hermanos, venimos a la Iglesia y nos reunimos en el nombre del Señor, poniendo
en su amor nuestra fe y esperanza. hoy Jesús nos grita de nuevo: ¡no tengáis
miedo, no dudéis! Que esta llamada a la confianza plena en Jesús nos haga
renovar nuestra fe, la que es un don y regalo del Padre, pero la que también
hay que buscar con tesón y cuidar en cada momento.
LECTURAS:
Jesús
viene a hacer presente al Dios de la Vida, que todo lo hace nuevo; romper con
viejos moldes es costoso; surge el miedo, la incomprensión y la dificultad, y
nuestra vida, como una barca, puede ser zarandeada de lado a lado; en medio de
la duda hay que agarrarse a la fe en Jesús, llenarse de confianza, ¡no tener miedo!
ORACIÓN DE LOS FIELES
Ya que siempre
necesitamos que Dios Padre nos ayude, acudimos ahora a Él con confianza y le
presentamos nuestras necesidades, diciendo:
¡ACOGE, SEÑOR, NUESTRA ORACIÓN!
1. Por la Iglesia, para que nunca caiga en posturas de
grandeza ni de autosuficiencia, sino que, dócil al Espíritu, sepa desarrollar
la misión que se le ha encomendado. Oremos.
2. Por todas las personas,
para que sean respetados sus valores y sus derechos en medio de la sociedad.
Oremos.
3. Por los cristianos, para
que no nos sintamos solos, sino que sepamos que Dios siempre nos ayuda. Oremos.
4. Por nuestra comunidad
(parroquial) para que trabajemos unidos, buscando lo que ayuda a las personas a
vivir en paz y concordia. Oremos.
Tú, Señor, que siempre nos escuchas,
acoge nuestra oración y concédenos cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo.
OFERTORIO: Como Pedro y los demás
discípulos, sentimos que en ocasiones fuertes vientos hacen vacilar nuestros
pasos. Sólo la mano tendida de Jesús y su palabra nos permiten recuperar la
seguridad de que el Hijo de Dios sigue caminando a nuestro lado. Pongamos
delante del altar nuestros miedos e inseguridades.
COMUNION: Sin la presencia del Señor,
la barca en la que hacemos la larga travesía que es nuestra vida estaría a la
deriva, empujada por los vientos dominantes en cada momento. Acerquémonos a
recibirlo para que permanezca en nosotros.
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