Moniciones Domingo XVII - Tiempo Ordinario-A

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO – ANOLAIMA

DOMINGO 30 DE JULIO - XVII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

MONICIONES

ENTRADA: Llenos de gozo en el Espíritu Santo, venimos a participar de este encuentro con Dios y con nuestros hermanos y con la humildad de Salomón, imploramos al Señor, nos regale sabiduría y discernimiento. Celebremos con alegría.

LECTURA: La perla preciosa de la que nos hable el Evangelio, no es otra cosa que el mismo Jesús, por quien vale la pena dejarlo todo a fin de que en Él, alcancemos la verdadera felicidad y de Él, aprendamos la auténtica sabiduría.

ORACIÓN DE FIELES

Pidamos al Espíritu Santo, a fin de que inspire nuestras oraciones e interceda por las necesidades de todo el mundo y digamos:

ESCÚCHANOS, SEÑOR

1.     Por los que empiezan a conocer a Cristo y por los que desean la gracia del Bautismo para ellos o para sus hijos, roguemos al Señor.

2.     Por nuestra Iglesia, por la comunidad parroquial, para que llenos de sabiduría obremos con rectitud de corazón, roguemos al Señor.

3.     Por los que persiguen a la Iglesia o se han alejado de la práctica de su fe, y por los pecadores que viven intranquilos por no abrirse a la luz del Espíritu y a la gracia de la conversión, roguemos al Señor.

4.     Por todos los que estamos aquí reunidos y por aquellos por los que queremos orar, para que el Señor nos guarde a todos en la fe y nos reúna en el Reino de su Hijo, roguemos al Señor.

Señor Dios, que en Cristo nos has hecho descubrir el tesoro escondido y la perla de gran valor, concédenos la luz de tu Espíritu, para que sepamos valorarlas riquezas inestimables de tu Reino y estemos dispuestos a renunciar a todo, a fin de poseerlas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

OFERTORIO: Los que encontraron el tesoro del Reino de Dios, no guardan para sí sus riquezas, sino que quieren compartirlas con otros. Las riquezas, cuanto más se reparten, más aumentan.

COMUNIÓN: El Reino de Dios y sus tesoros están escondidos dentro de nosotros mismos desde que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.

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