jueves, 9 de julio de 2020

Jesús te invita a su mesa




La parábola de la gran cena te explica con todo detalle las condiciones para participar en el banquete del Señor: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente... “Venid, que está preparado”. Pero todos empezaron a excusarse... Entonces el dueño de la casa dijo a su criado: “Sal aprisa a las plazas y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y los cojos”» (cf Lc 14,16-24).

El Señor siempre te invita para que entres a disfrutar de las riquezas que te ofrece. Te llega repetidas veces, pero quiere y respeta tu libertad y tus deseos de estar sentado a su mesa. Piensa a través de la lectura de la parábola presente que los invitados que no necesitan nada, que le ponen excusas continuamente no son los elegidos para su mesa. Los deseados son los que responden humildemente a su invitación.

No pongas excusas a las invitaciones que Jesús te da. No te entregues a los buenos materiales y desprecies las riquezas de la mesa del Señor. Piensa en tus justificaciones y excusas falsas: ¿qué tropiezos le pones al Señor para estar con él? Acepta con agrado, pero con verdadera necesitad, las invitaciones que Jesús te oferta cada día y siéntate a la mesa con él.

Hoy no dudes en sentarte a su mesa y participar de su banquete: No quiero, Señor, entregarme a los bienes de la mesa de la tierra. Deseo ardientemente sentarme a tu mesa. Dame el sentirme pobre, carente de todo lo que me hace feliz, y que oiga la invitación en mi corazón que tú me haces: «Venid, que está preparado». Seré feliz llenándome de ti. Ayúdame, Señor.

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