domingo, 5 de julio de 2020

Dos hombres suben al templo a orar




Hoy Jesús te pone el modelo de oración a través de dos hombres que suben como buenos practicantes a orar: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres; ladrones, adúlteros”... El publicano, en cambio, quedándose atrás, se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”» (cf Lc 18,9-14).

Observa las actitudes de cada uno: los dos hacen su oración. Uno erguido y considerándose con todos los galones de santidad y distinto de los demás que para él eran ladrones, injustos, etc. Y el otro, el publicano, que se considera indigno de hacer oración, se queda atrás, no se atreve a levantar los ojos al cielo y se golpea el pecho pidiendo compasión de su Dios. ¿Con cuál te identificas en tu oración? Solo la oración que nace de tu necesidad, de tu pobreza y de tu deseo de ser mejor es la que cuenta a los ojos de Dios. Con humildad y con sencillez contempla al Señor, ámale, sírvele y pásale todas tus preocupaciones. Saldrás del encuentro con él justificado como el publicano, porque «el que se enaltece será humillado, el que se humilla será enaltecido».

Aquí estoy, Señor, como el publicano, pidiéndote compasión porque me siento pecador y lleno de carencias y de fallos que solo tú me puedes justificar. Aquí estoy. Enséñame a orar desde mi debilidad y necesidad de tu ayuda y fortaleza. Madre mía, maestra de la oración, enséñame a orar.

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