sábado, 20 de junio de 2020

La gran lección de la humildad



¡Preciosa lección de humildad te da Jesús hoy con la escena de los invitados! «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú y avergonzado irás a ocupar el último puesto... Porque el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido» (cf Lc 14,8-11).

En este pasaje debes fijarte en el mensaje que lleva. Como discípulo de Jesús debes adoptar una actitud humilde, no buscando los primeros puestos, sino todo lo contrario: un espíritu humilde, porque para Jesús los preferidos son los pobres, los que se dedican al servicio de los demás.

La humildad es el único modo de ser grande e importante a los ojos de Dios. Es tan grato practicar esta virtud que llena tu corazón de paz y bienestar. Es verdad que los criterios de la sociedad en la que vivimos nos muestran otra forma de vivir: la prepotencia, el dominio sobre los demás, la superioridad; pero este no es el camino verdadero. Ninguna posición ante Dios es tan buena como una vida desde la humildad.

Oye bien y acoge en tu corazón esta frase lapidaria de Jesús: «Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido», y con su ayuda procura ponerla en práctica. ¿Pretendes ser humilde en tu forma de actuar? ¿Deseas sentirte agradecido, honrado y preferido donde vayas? ¿Cómo es tu grado de humildad en tu interior?

Dame, Señor, un corazón sencillo y humilde para servirte y buscar solamente tu Reino. Que no busque ni pretenda otra cosa que tú seas honrado y querido, y que aprenda las grandes lecciones que me das. Madre de la sencillez, dame un corazón humilde como el tuyo.

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