jueves, 18 de junio de 2020

Dolor de Jesús: «¡Jerusalén, Jerusalén!»



¡Qué triste escena la que se te presenta hoy! Herodes quiere matar a Jesús y él, alejándose de Jerusalén, pronuncia una queja llena de dolor a esta querida ciudad: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, y no habéis querido» (cf Lc 13,34).

En Jerusalén está representada tu vida. Cuántas veces ocurre en ti lo mismo. Jesús te ha cobijado bajo sus alas amorosas, te ha elegido, su amor tierno y poderoso te ha cuidado en extremo pero, ¿no será que nos ocurre como a esta ciudad desagradecida en la que ha vertido Jesús tanto amor y ahora se dedica a matar a los profetas y a matarle a él? ¿No tendrá Jesús, al considerar tu vida, que quejarse con enorme dolor?

A Jesús le duelen tus rechazos. Él no es así contigo, nunca te rechaza, nunca te condena, siempre te perdona y siempre te ama. Su amor no puede dejar de transmitir misericordia y perdón. Estas quejas de Jesús te tienen que llevar a mover en tu interior una confianza filial en su amorosa providencia y, sobre todo, a que no se sienta rechazado por tus ingratitudes y faltas de amor. Día tras día recibes enormes favores, predilecciones de Dios continuas; no le rechaces.

Háblale al Señor: Señor, me duele oír tu queja sobre mi vida. Que nunca digas de mí: «Lo quise cobijar en mi corazón, pero no ha querido». Que nunca te sientas rechazado por mí y no permitas que yo, con mis gestos, con mis actitudes, rechace a los que quieras poner en mi camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada