sábado, 18 de junio de 2016

Catequesis Eucarística # 1. El valor de la Santa Misa

¿Cuánto vale una Misa? ¿vale más la de siete de la mañana que la de doce del día? Bien, la Misa no vale económicamente nada, o mejor, no hay en este mundo nada que pueda pagar un precio justo por una sola Misa. El valor de la Misa es un valor real pero que únicamente se entiende desde la fe.
Dicen por ahí: “pero si la Misa no vale nada;

-          Entonces, ¿Por qué no vas a Misa?
-          Bueno, porque…porque…

Porque en el fondo descubres que sí vale, y mucho, y que no estás dispuesto a pagar el precio. El valor de la Misa es tan real, que no cualquiera está dispuesto a pagar lo que cuesta:

a.       estar en la Misa y participar, sacando una hora de tu tiempo de descanso o de compartir con la familia o con amigos
b.      escuchar la Palabra que en ella se proclama, y dejar por un momento de escuchar y decir tantas banalidades y despropósitos,
c.       ponerse de rodillas ante su presencia, dejando el orgullo y humillándose, sometiendo su vida al que es dueño de la vida,
d.      pedir perdón, reconciliarse con aquel a quien ha ofendido o de quien ha recibido la ofensa y dar la paz; el papa Francisco dice que una de las palabras más difíciles de decir es perdón.

¿Por qué vale la Misa?

a.       La Misa vale por quien la preside que es el mismo Cristo en la persona del Sacerdote.
b.      La Misa vale por el beneficio que representa para mí: unirme íntimamente a Cristo Salvador.
c.       La Misa vale por el sentido que tiene: es el más grande gesto de agradecimiento del hombre para Dios.
d.      La Misa vale porque cada vez que se celebra, se está alimentando y sosteniendo a la Iglesia.
e.       La Misa vale porque Cristo, por la oración y las manos del Sacerdote, se hace presente frente a mí en la consagración y luego, dentro de mí al comulgar.
Cuántas veces he oído Misa y no he estado participando en la Misa. Cuantas veces he renegado por tener que ir a Misa, negándome a la bendición que Jesús tiene para mí; cuántas veces he venido a Misa y no he comulgado, dejando a Jesús esperando en la puerta; El con ganas de entrar a mi corazón y yo sin ganas de vivir.

Ahora pregúntate, ¿Cuánto vale para ti la Misa? 

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