SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA – CICLO C
MONICIONES
ENTRADA: Hermanos y hermanas, la
resurrección de Jesús es el núcleo central de nuestra fe. Es el mismo Jesús de
Galilea que nos invita a la Eucaristía para hablar con nosotros, alimentarnos
mientras llega nuestra propia resurrección
y fortificarnos para seguir con nuestra misión. Celebremos con fe.
LECTURAS: la Palabra que Dios nos
regala para hoy, es una invitación a pensar en nuestra Iglesia y en especial en
nuestra comunidad parroquial y preguntarnos ¿cómo estamos viviendo la
experiencia de Jesús resucitado? ¿Estamos viviendo la alegría de creer en Jesús
o aún dudamos como Tomás? Escuchemos atentos.
MONICIONES
Alegres por la resurrección de Cristo, dirijamos nuestra oración al
Padre Misericordioso, para que nos ayude a caminar siempre con fe y esperanza. Digamos:
CRISTO, VIDA NUESTRA, ESCÚCHANOS
1. Por el papa, los obispos y
sacerdotes para que en todas sus actuaciones sean dóciles al Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
2. Por todos los gobernantes de
las naciones para que ejerzan su autoridad en servicio de los más pobres y
débiles de la sociedad. Roguemos al
Señor.
3.
Por todos los que viven al margen de la sociedad, por los enfermos, los
encarcelados y los que viven en soledad para que el Señor y nosotros les
visitemos y animemos. Roguemos al Señor.
4. Por todos los catecúmenos de
la iglesia para que sigan creciendo en la fe recibida. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros los que formamos
la comunidad parroquia de Anolaima, para que aumente nuestra fe en Cristo
Resucitado y seamos sus testigos. Roguemos
al Señor.
6. Por todos los difuntos de
nuestra parroquia para que vivan la vida nueva con Cristo Resucitado. Roguemos al Señor.
Escucha Señor las oraciones que te hemos dirigido y acompáñanos en este
camino gozoso de la Pascua. PJNS. Amén.
OFERTORIO: la vida nueva que trajo
Jesús se hace realidad hoy día a través de nosotros, el pueblo de Dios.
Ofrezcamos ante el altar, los frutos de esta vida nueva y resucitada; el pan y
el vino de nuestro esfuerzo cotidiano.
COMUNIÓN: Comulga y alégrate al
recibir a Jesús en tu corazón. Recuerda que es alimento para el camino, que el
mismo Jesús te purifica de tus pecados veniales y quiere darte fuerzas para no
caer más.
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