el primer día de la semana,
para desear la paz a sus
amigos y compartir con ellos el pan.
El primer día de la semana se apareció a
María Magdalena, que lloraba cerca del sepulcro y que lo confundió con el
hortelano (Mt 28, 1). Ese mismo día apareció a otras mujeres (Mt 28, 9-10) y a
Simón (Luc 24, 34). El primer día de la semana se apareció a Cleofás y a su
compañero, que iban al pueblito de Emaús; les encendió el corazón al
explicarles la Biblia y, sentado a la mesa, les dio pan, mientras a ellos se
les abrían los ojos y lo reconocían (Mc 16, 12).
El primer día de la semana, los discípulos
estaban comiendo (Mc 16, 14) cuando Jesús se les apareció, les deseó la paz,
les dio el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23) y les aceptó un poco de pez asado (Luc
24, 36-43). Ocho días después, también un primer día de semana, volvió Jesús e
invitó a Tomás a que palpase sus manos y su costado, mientras Tomás sólo
balbucía: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 26-29).
También un primer día de semana envió
Jesús, sobre los discípulos reunidos, el don del Espíritu Santo.
Era la fiesta de Pentecostés (Hech 2, 1-4). Por eso los discípulos se siguieron
reuniendo cada primer día de la semana para partir el pan y hacer colectas para
los pobres (Hech 20, 7; 1 Cor 16, 2).
Al primer día de la semana los cristianos de
muchos países le cambiaron el nombre por “día del Señor”. Esa
expresión aparece ya en el Apocalipsis, donde Juan cuenta que “un día del Señor,
cayó en éxtasis” (Ap 1, 10). En latín la palabra “Señor” se dice dominus.
De esta voz proceden los términos españoles: dominical y domingo,
que significan “del Señor”.
Cada domingo los cristianos nos reunimos para celebrar la
resurrección de Cristo, nuestro Sol y nuestra Luz; para estar con Él en su día
y recibir de Él su palabra, su cuerpo y su sangre, su paz y su amor.
Tomado de: Palabra y Pan: Explicación de la Misa paso a paso,
Padre Diego Jaramillo
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